sábado, 20 de agosto de 2011

Atracciones de FE-ria

Interrumpo la retransmisión sobre mis días en Serbia para hacer una entrada de opinión que no me puedo guardar para más tarde. Pero continuaré escribiendo sobre Serbia.

Ayer le enseñé Toledo a mi amigo Goran, de Sombor (Serbia), y tras pasar un mes en su país encuentro una diferencia entre los Ortodoxos y los Católicos.

Quizá nos quejemos de la moral que impone la Iglesia Católica, tan retrógrada y cerrada, quizá encontremos un retraso en que la gente joven practique su fe de esa manera (no Goran, pero sí otros amigos míos serbios de mi edad), pero para mí no es lo malo. A mí no me importa si se acepta o no que yo tenga relaciones antes del matrimonio, que entre mis mejores amigos se encuentren un gay, una lesbiana y un transexual, no necesito el beneplácito de nadie. Pero me despierta un profundo respeto la espiritualidad con la que vive sus creencias el cristiano ortodoxo, aun cuando su mentalidad (en la cultura en general, no solo entre los creyentes) es más cerrada que la nuestra. Me conmueve el silencio en sus templos, el sentimiento que les invade cuando ven una imagen, la calma que se respira en sus monasterios e iglesias, en contraposición a la forma de vivir la religión católica.

Porque el verdadero sentido de la religión es hacia dentro, no hacia afuera, y no hablo de no compartir (no, no critico que los fikipapas vayan cantando por la calle como si estuviesen en carnaval), digo que si uno mismo es el templo de Dios, y la oración es un momento de intimidad, el templo físico, digamos, la Catedral Primada de Toledo, pierde toda espiritualidad y todo sentido como casa de Dios, como lugar en el que el católico va a encontrarse con su Padre, en el momento en el que suena un aviso tipo "Tititití, por favor, les recordamos que no está permitido tomar fotografías" y se convierte en un puto centro comercial (por el que pagas 7 euros para entrar).
La Catedral

martes, 9 de agosto de 2011

Dias 10 y 11 - El Congreso y Belgrado

Nos plantamos en el jueves de mi segunda semana en Serbia y estoy super frustrada. Por suerte, hoy estoy tan cansada que no me importa no tener nada que hacer, y bastante contenta después de mi pequeña escapada libre de ataduras.

El viernes por la tarde "podemos" ir a un congreso en la Facultad de Medicina, así que por la mañana Monika y yo visitamos el museo de Vojvodina (ya sabeis, la provincia de la que Novi Sad es capital). Gracias a mi guía ya no soy una completa inútil en historia, así que puedo disfrutar del museo enterándome más o menos de todo, aunque algunos carteles están en serbio. El museo contiene los hallazgos en excavaciones de la provincia de Vojvodina, desde el Paleolítico hasta la época de las Grandes Migraciones tras la caída del Imperio Romano. Después de las Grandes Migraciones se han recopilado objetos, trajes típicos, incluso un carruaje, desde la época de los Turcos en Serbia (Siglos XIV a XIX) hasta la actualidad con una sala dedicada al folklore y vida familiar serbias, y con un pasillo que imita una calle comercial con escaparates de los años 20.

Algo que no he contado es que cuando llegué de Palic mi querida amiga estaba enfadada conmigo y cuando la pregunté qué tal su dia me dijo que había estado viendo museos, entre ellos el de las Ciencias. Entonces yo me debatí un poco entre sacar la hijaputa que llevo dentro (y decirla la verdad, que estaba hasta la polla y por eso me habia ido), o inventarme algo para hacerla sentir mejor. Como toda hijaputa es, además, una falsa, la dije que había llegado hasta Subotica en el coche de unos españoles que conocí en Novi Sad, que el coche iba lleno y no pude avisarla porque no tenía bien el código checo de su móvil. Así que algo que me queda pendiente es ver el tal museo de las ciencias, aunque debe de tener otro nombre, porque en la oficina de información no sabían a qué me refería.

Pues bien, el mencionado congreso, que empezaba a las 14.30, era el VI Congreso Internacional de Estudiantes de Medicina, y la charla a la que asistí era sobre
malformaciones en fetos vistas al ultrasonido. Muy agradable, sí, y muy interesante para mi futuro como farmacéutica. Aunque, bien mirado, tampoco parecía muy interesante para los médicos, que aprovecharon la charla para echar una cabezadita. Allí conocemos a Tatjiana, que resulta ser la primera persona que nos hace un poco de caso desde que hemos llegado a Serbia.

Después de la charla, una visita guiada por el centro de la ciudad. Sí, AL FIN, guiada. La mayoría de los estudiantes eran turcos, aunque también rusos y un indio.

Esta es la gente más friki que he conocido en mi vida, es decir, que Monika se integra rápidamente.

Resulta que la calle principal, donde están todas las cafeterías y tal, está dedicada al poeta Jovan Jovanovic, cuya estatua vemos al final de la calle, en frente del Palacio Episcopal. Y si la Catedral que hay en la plaza principal es Católica, he aquí la Ortodoxa, perteneciente a un Instituto en el que, entre otros, han estudiado personajes célebres como Gordana y los hijos de Albert Einstein.
Iglesia Ortodoxa, Novi Sad, Serbia

En una casa cercana a este lugar podemos encontrar aun incrustrada en la pared una bola de cañón.

Y nos dirigimos a Petrovaradin, primer asentamiento en Novi Sad de los Romanos, que lo llamaron Cusum, y que fue la mayor fortaleza de Europa durante el siglo XVII. Lo curioso es que la aguja larga del emblemático reloj marca la hora y la corta los minutos, es decir, la foto fue tomada a las 4 y pico. Esto es para que los pescadores
pudiesen saber la hora aproximada desde el otro lado del río.
Reloj de Petrovaradin, Novi Sad, Serbia
Por cierto, Gordana me había dicho que fuese al Congreso con pantalones largos, arreglada, y ahí estoy yo, a unos 40 grados, sudando como una cerda, pensando "Bueno, podría ser peor, podría ser una estudiante de Medicina de una delegación de alumnos turca", pero incluso ellos llevan pantalones cortos. Asi que tras una ducha helada, nos vamos a la playa donde se supone que los frikis estos han montado una fiesta.

Entrar a la playa es gratis a partir de las 7 de la tarde. Cuando llegamos están en plan familia feliz jugando al futbol, asi que no nos lo pensamos mucho cuando una pandilla de chicos majetes, guapos, serbios, nos dicen que nos sentemos con ellos a beber cerveza. Bueno, Monika sí que se lo piensa, cómo no.

Alexandar (otro Shasha), los gemelos y sus amigos nos preguntan algo así como qué había sido "aquello". Sí, "aquello" son los médicos estos jugando al futbol, los serbios y yo tenemos los mismos prejuicios. Jarra de cerveza: 1,25 euros. Hablamos, los gemelos me cuentan que han estado en Barcelona, Lloret de Mar y Figueras (más tarde descubro que todos los serbios han hecho ese viaje de fin de estudios, TODOS), aprendemos idiomas y, descubrimos que ¡¡EN SERBIA LLUEVE!! A cántaros. Por fín, joder.

Tatjiana y su amigo punki se unen y nos vamos todos al centro de cervececeo, rakija, yo creo que Tatjiana se liga a un gemelo, pero es tarde y mañana tenemos planeado un viaje a Belgrado, Gordana ha acordado con alguien de allí que nos haga de guía. Así que Taxi hasta casa (unos 10 min), menos de 2 euros.

A la mañana siguiente, que por cierto, llega demasiado pronto, cogemos el autobús a eso de las 9:30, 615 dinares, hora y media hasta Belgrado. Allí nos recogen una chica de Belgrado, Ljubica, y otra chica del mismo programa de intercambio que nosotras, Margaret, egipcia. Ljubica es divertida, habla por los codos, tiene 25 años y le encanta comer.

Lo primero que visitamos es la Catedral Ortodoxa de Belgrado, donde en un principio no me dejan entrar por llevar pantalones cortos, pero después me ofrecen una especie de delantal y me dicen que si me lo pongo puedo pasar. Allá que me disfrazo y entro.



Después nos lleva a la fortaleza Kalemegdan, desde donde se ven los dos rios, Sava y Danubio, unirse. Allí vuelvo a oir castellano, digo "¡¡Españoles!!" y saludo a una pareja que se están haciendo una foto. Dos besos, nos presentamos: David está trabajando en Bulgaria desde hace un par de meses, así que cada finde se escapan para conocer alguna capital. Les cunto que llevo 10 días y les digo que visiten Novi Sad si tienen ocasión, nos despedimos y nos deseamos suerte. Ljubica me pregunta si los conozco, porque les he dado dos besos. Alguien que conocí al día siguiente (pero no quiero adelantar nada) me dice que los españoles somos como una secta: vemos un español por ahi y corremos a abrazarnos. Tengo que explicarle a Ljubica que yo no me saludo con mi vecino de enfrente si me lo encuentro en el supermercado, pero si me
encuentro un riojano en medio de Belgrado, corro a darle dos besos y a contarle mi vida.

Ljubica nos explica dónde tenían prisioneros y torturaban los turcos a los serbios. Ella dice que cuando estuvo en Turquía la mayoría no sabía ni donde estaba Serbia, y supone que en la escuela solo les cuentan que estuvieron hace un par de siglos haciendo turismo por los Balcanes, y por eso el serbio tiene tantas palabras turcas.
- Lo mismo pasa en España con el árabe - le digo.
- Entonces puedes discutir con Margaret - me contesta.
Me refería al idioma, aunque bueno, algo de eso ahi. La doy mi punto de vista como conquistadora, y la confirmo que, en España, nos enseñan en el cole que fuimos a América a difundir el cristianismo y nos trajimos la patata y el chocolate.

La estatua Victor (Pobednik, en serbio) es un monumento en Kalemegdan erigido tras la Primera Guerra Mundial para conmemorar la victoria del Reino de Serbia sobre el Imperio Otomano y Austro-Húngaro.

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En la misma fortaleza se encuentra el zoo de Belgrado, Ljubica dice que no hay muchos animales pero son muy variados, y que merece la pena visitarlo si tenemos tiempo tras la excursión que vamos a hacer, pero, oh, Monika dice que no va a dar tiempo porque, oh, se quiere ir para Novi Sad a las 22.30 (el siguiente autobús es a las 00, ¡super tarde!)

Así que tiramos para el centro, calle ancha con tiendas, puestos, cafés, helados con una pinta que te mueres y Ljubica nos lleva a un bar que se llama "?" por estar situado en el sitio del mismo nombre, al lado de la Catedral Ortodoxa que ya hemos visitado. No, no es que no me acuerde del nombre (sí, "Question Mark"), es que durante mucho las gentes de Belgrado llamaron a ese sitio como les vino en gana, "en frente de la Iglesia" , "al lado del palacio", y cuando finalmente se sometió a votación el nombre del lugar, entre dos nombres, quedaron empate, asi que se decidió llamarle "?" hasta que se eligiese un nombre, y en esas deben estar todavía.

Margaret se pide un cevapcici (la carne esa que comimos con Gordana) que le sirven con nata, y la típica ensalada serbia (queso de los balcanes, pepino, tomate y cebolla). Es imposible que todo esa comida entre en un cuerpo tan pequeño, asi que al final todas comemos un poco, y he de decir que el cevapcici estaba mejor que el que comimos con Gordana.

Tras un helado, un paseo por la calle Knez Mihajlova, y unas compras de souvenirs (el típico chupito de rakija que os muestro en la foto), nos dirigimos a la Asamblea Nacional de Serbia, donde a las 15.00 cogeremos el típico bus turístico tipo Madrid Visión (estoy hecha una guiri). De camino puedo ver que en Belgrado hay una especie de autobuses eléctricos, como tranvías con ruedas, además de los tranvías típicos y autobuses normales, lo que hace que la gente no se moleste mucho en ir de un lado a otro (de ahí que las tías no estén tan de buen ver como en Novi Sad). Subir en el bus turístico son 400 dinares, y una vez en Avala, su destino final, podemos subir a la torre de televisión por 100 dinares más, y ya que estamos, nos animamos. A la pregunta de si queremos bajar a las 16.30 o a las 19.30, Monika la vuelve a cagar (esta chica no acierta nunca) e insiste en quedarnos hasta las 19.30. Gran error, porque cuando subimos a Avala, a parte de la torre de televisión y el Monumento al Soldado Desconocido, son 3 horas que perdemos paseando, permaneciendo en silencio con lo bien que nos caemos, y tomando café en un hotelito (café digno de foto, como veis, que ya quisiera yo en España)

El recorrido hasta Avala hubiese sido igual de interesante en un autobús de linea, porque el nuestro no hace ningún recorrido especial para enseñarnos la ciudad, puedo ver parte de la ciudad pero en absoluto se disfruta y mucho menos nos explican nada. Puedo hacer algunas fotos al Ministerio de Defensa prácticamente en ruinas tras los bombardeos, pero ese es un tema que dejaré para más adelante, aunque ya puedo adelantar que se encoge el alma cuando pasas por allí.

La torre Avala mide 204,5 m de altura y es la estructura más alta de los Balcanes, creo que ni Monika ni yo hubiesemos comprado el ticket para subir de habersenos ofrecido al pie de la torre. Margaret, por el contrario, está bastante acostumbrada a los edificios de El Cairo.Torre de Televisión

La torre Avala fue destruida por los bombardeos de la OTAN sobre Serbia el 29 de abril de 1999, pero la reconstrucción comenzó en 2006 y finalmente fue inaugurada en 2010.

Al fin, a las 19.30, y con el sol ocultandose tras Belgrado, nos encontramos de nuevo con Ljubica, que nos enseña la Iglesia Ortodoxa Sveti Marko la cual, desafortunadamente, está en obras.
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Anochece cuando de repente me doy cuenta de algo que explica muchas cosas: veo una rotonda. En Novi Sad no hay rotondas, ni una sola rotonda, y no me había dado cuenta
hasta ahora. Su conducción, para mí caótica, aunque ellos son muy respetuosos y se rigen por simple preferencia, es así porque no tienen ni una sola rotonda.
Beograd

Ljubica nos monta de tranvía en tranvía y de autobús en autobús, todo esto sin pagar un duro, me pide que hable español si viene el revisor (así tenemos la fama que tenemos). Y así llegamos a la Iglesia de San Sava.

Vereis, todo viaje tiene un momento, un lugar, en el que te das cuenta que sólo por eso, el viaje ha merecido la pena: en Tenerife me quedo con las nubes bajo mis pies en Anaga, en Lisboa con la fiesta del Barrio Alto, y cada vez que a la Coruña sé que lo hago por un plato de zamburiñas... Mi viaje a Serbia sé que ha merecido la pena en el momento en que, a lo lejos, iluminado en la noche, veo el Templo de San Sava.
Templo de San Sava
Y en ese momento, justo, se nos acaba a Monika y a mí, la batería de la cámara.

La construcción se inició en 1935, 340 años después de la incineración del santo en el mismo lugar y, financiada por donaciones, aún no se ha terminado (en 2006 se terminó la obra exterior). La cúpula mide 70 m de altura, más los 12 de la cruz dorada principal. Tiene capacidad para 10000 personas y es visible, ya os lo digo yo, desde casi caulquier punto de la ciudad.

Suerte que Margaret me deja meter mi tarjeta en su cámara y puedo hacer algunas fotos. Cuando me dirijo a la puerta me cruzo con Monika, que viene de dentro, y me dice

-Nada interesante que ver.

No tengo fotos decentes, pero hay una en Flickr que me ha gustado bastante, por Guille TintoreCUPULA NUEVA IGLESIA ORTODOXA DE BELGRADO

En fin, solo decir que cuando entré no sé si se me saltaban las lágrimas de estar en un sitio tan impresionante, incluso sin terminar, o de tener semejante gilipollas como compañera de viaje.

Para terminar la visita, Ljubica nos lleva al sitio preferido de comida de su novio y ella: según me cuenta de qué se trata ya me noto engordar. Creo que nada me ha repetido tanto en la vida: taqutos de pollo... ¡envueltos en bacon!, lechuga, col, kepchup y grasa escurriendose por mis manos, todo ello en una especie de pan de pita. Creo que, por el módico precio de 2 euros, me dieron 3 o 4 amagos de infarto.

Ljubica nos deja en la estación, qué bien que haya gente así por el mundo. De vuelta a Novi Sad, el río Sava, las luces, la vida rápida tan distinta de la tranquila Novi Sad...volveré, Belgrado.